lunes, 8 de abril de 2013

Ocho horas para salvarse del ACV

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Ocho horas para salvarse del ACV





Aunque el tiempo es tirano, con imágenes más nítidas e intervenciones precisas es posible evitar muchas secuelas.

Cristina Susana Gozzi
Especial

Con la nueva aparatología, los accidentes cerebrovasculares o strokes tienen mejor pronóstico. "Tiempo es cerebro", reza una consigna del ámbito médico. "Ocurre que ante un episodio cerebrovascular o stroke, por cada minuto que una persona no recibe la atención adecuada, pierde 1,9 millón de células neuronales (nerviosas), 14 mil millones de sinapsis -interconexiones vitales entre las neuronas- y 12 kilómetros de fibras mielinizadas a través de las cuales se generan las funciones neurológicas", afirma Pedro Lylyk, neurólogo, presidente de la Asociación Argentina de Stroke.

Los accidentes cerebrovasculares (ACV) se producen debido a una falla de irrigación cerebral.

Pueden obedecer a una obstrucción (ACV isquémico) o a la ruptura de un vaso sanguíneo que suministra oxígeno y nutrientes al cerebro (ACV hemorrágico). Cuando la zona afectada no recibe oxígeno, comienza a morir. Mucho antes, comienzan las señales de alarma.

Atentos a los síntomas

Este primer síntoma habla de una función cerebral afectada: el habla, la función motriz, la visión de un ojo, la pérdida de fuerza de una pierna. Puede ser un episodio transitorio que desaparece antes de las 24 horas. Pero muchas veces se instala, y llega a ser progresivo. "Por ejemplo, un brazo que va perdiendo fuerza hasta que la pérdida es completa y se cae", ejemplifica Lylyk.

El stroke puede comenzar con sensación de hormigueo, con un calambre y puede terminar con una pérdida total de sensibilidad o de fuerza, según esté afectada la zona sensitiva o la motora.

También el dolor de cabeza agudo, que nunca se sintió antes, es un centinela de las hemorragias. "Generalmente corresponde a la ruptura de algo, un aneurisma, por ejemplo, o una arteria", afirma Lylyk. En cuanto a la pérdida de conocimiento, si bien puede obedecer a un stroke hemorrágico, o al taponamiento de una carótida, también puede ser ocasionado por un síncope.

Lylyk sostiene que hay que saber reconocer las "señales de alerta" de un infarto cerebral o stroke y atenderse con urgencia para evitar las posibles secuelas. Lo ideal, dice el especialista, sería ir a un "centro de stroke especializado donde, con tecnología de alta complejidad, es posible un diagnóstico precoz y un rápido tratamiento de rescate vascular". En ese sentido, Lylyk afirma que hoy la ventana terapéutica para el tratamiento se extiende de seis a ocho horas; y en algunos casos, hasta a 12 horas.

Horas clave

Pero no todos los ataques cerebrales isquémicos son iguales, y cada individuo tiene un tiempo fisiológico único. Entre los especialistas se habla de las tres primeras horas decisivas: "Son las tres horas en las que puede hacerse una administración de una inyección endovenosa de un licuador de la sangre. Más allá de las tres horas, algunos usan endovenosa e intra-arterial, con lo cual se consigue un efecto más rápido y selectivo. Luego, con una intervención mínimamente invasiva, se llega a la arteria, se toma el coágulo y se lo extrae", explica el especialista.

Precisión y rapidez

Claro que esto hoy es posible gracias a los estudios realizados mediante el uso de equipos de resonancia magnética de alto campo y tomografías de gran velocidad que permiten observar cómo está el tejido. "Con la mejora de la calidad de las imágenes, pudo verse que hay diferencias entre el tejido atontado, pasible de ser recuperado, y el muerto. Lo que está en zona de penumbra lo podemos rescatar, siempre que las imágenes lo certifiquen. Y ahí sí, se habla de por lo menos un súper-tiempo", sostiene Lylyk.

Los más modernos equipos permiten identificar si el tejido puede salvarse o no, y decidir la intervención enseguida, ya que, para ahorrar tiempo, está instalado en una sala contigua a la de cirugía, donde está ubicado el aparato que permite extraer el coágulo, afirma Lylyk. De todas maneras sólo existe aún un único equipo de estas características en América latina.

En opinión de los especialistas, los nuevos equipos podrían "salvar" más del 50 por ciento de los ACV más graves. Asimismo, sostienen que a pesar de que los factores de riesgo modificables de la enfermedad vascular cerebral (EVC) se han identificado, la puesta en práctica de estrategias para prevenir embolias ha sido deficiente, ya sea por la falta de programas de prevención, o porque la población no conoce los factores de riesgo y las señales de advertencia de la EVC. A eso se sumarían las dificultades temporales en obtener los exámenes radiológicos imprescindibles, en tiempo récord y sin grandes desplazamientos del paciente.

Para el presidente de la Asociación Argentina de Stroke, la medicina está asistiendo a una "tercera revolución del diagnóstico", luego de la aparición del tomógrafo y de la resonancia magnética. Esta etapa "se basa en la combinación de imágenes del resonador magnético 3-Tesla con las del angiógrafo biplanar que, además, realiza tomografía computada en la sala quirúrgica, lo que ayuda a decidir la mejor forma de tratar una lesión en un momento dado".

La pregunta del millón es cómo un simple mortal accede a esa tecnología en forma rápida y segura. "Para eso, hay que educar al paciente y su familiar, a los médicos no especialistas y especialistas y a las autoridades que deciden la inversión en recursos para la salud, de modo que toda la población esté cubierta", opina Lylyk y asegura que en esa tarea está empeñada la asociación que preside.

Señales de alerta

El neurólogo Pedro Lylyk recomienda que ante cualquiera de las siguientes señales de aviso de un ataque cerebrovascular (ACV), se anote la hora en que apareció y se concurra inmediatamente a un servicio de urgencia. Estos son los síntomas más comunes:

Falta de sensibilidad, debilidad o entumecimiento en un lado del cuerpo, ya sea cara, brazo o pierna.
Problemas para hablar o entender.
Dificultad para ver con uno o ambos ojos.
Problemas para caminar; pérdida de fuerza en una mitad del cuerpo; alteración del equilibrio.
Dolor de cabeza fuerte.
Pérdida del conocimiento.