Muchas veces recomiendo a mis pacientes, cuando están transitando una etapa de tristeza, apatía o un proceso de cambios, que pinten mandalas. En particular me gusta proponer que los dibujen ellos mismo, y luego si tienen la inspiración que los coloreen. La respuesta habitual es: "Pero yo no sé dibujar... "
Cuánta exigencia desde antiguos mandatos... Hay tantas formas de resolver cualquier obstáculo, se puede tomar simplemente un plato, colocarlo sobre una hoja de papel, marcar con un lápiz el contorno y luego seguir incorporando objetos más pequeños, haciendo lo mismo, simplemente marcando el contorno... y una vez que le círculo quedó completo de siluetas las pintamos.
Hace poco le sugerí a una paciente que lleve plantillas a su lugar de trabajo y cuando tuviese un momento de ocio pintara un mandala, sin la exigencia de terminarlo, simplemente disfrutar un rato del silencio de la mente que contempla la obra... Y empezaron las excusas: que el mandala hay que hacerlo en un lugar privado, que comienza desde el centro hacia afuera,,, etc, etc...
Esto nunca deja de sorprenderme. Cuánto poder tienen los mandatos, las reglas impuestas o autoimpuestas y las normas...
En mi caso, invento una plantilla o la copio a pulso y ese solo hecho hace que mi mente se serene.
Por ejemplo compré una pequeña bandolera de cuerina, de un solo color, turquesa y con una fibra negra indeleble, trasferí, pero es solo un decir, porque iba copiando el modelo y lo iba dibujando sobre la cuerina, lo tomé solo como una base y a medida que mi obra iba creciendo, dejaba de mirar el modelo y mi mandala se convirtió en algo hermoso... y yo me di cuenta que durante una hora solamente estaba respirando, sin pensamientos, sin temores, sin angustias, sin expectativas... Mi corazón latía muy suave y mi cerebro bajó notablemente su frecuencia....
Pues entonces hoy les recomiendo a animarse y a hacer cosas buenas para mantener la calma y por ende la salud integral.
Gracias.
Klaudia.
