sábado, 5 de noviembre de 2016

Las diferencias y similitudes entre los seres humanos. Klaudia Nellessen


Mi reflexión sobre las diferencias socioculturales y económicas. 
Pido un momento de su tiempo, para leer esta nota. Desde ya muchas gracias. Espero que sea un aporte valioso y nos ayude a todos.
Me cautiva observar a la gente, cómo vive, qué hace, cómo piensa. 
Titulo este escrito “Las diferencias” y a continuación explico por qué, aunque desde ya voy a afirmar que a pesar de todo lo que voy a escribir, considero que todos los seres humanos somos iguales. Todos vivimos, hacemos cosas y pensamos.
Pues bien, vuelvo al tema que me convoca.
Desde siempre observo personas que viven de formas muy diferentes. No solo me refiero a preferencias personales, más bien a condiciones socio-económicas y culturales.
Observo personas que viven en un barrio de casas comunes, confortables aunque no lujosas, en algunas viven sus propietarios que poseen uno o dos autos y en otras viven personas que desde siempre están pagando un alquiler.
Muchas personas, muchísimas todos los días se levantan temprano y viajan en tren o colectivo, a veces hacinados para llegar a su lugar de trabajo. En cambio otros, se levantan más tarde y viajan en su auto, o tienen un chofer para llegar cómodamente a su propia empresa o en tal caso a la empresa en donde ocupan un cargo jerárquico ganando mucho dinero por mes, mucho más del que otros, esos que viajan en colectivo y trabajan más de ocho horas diarias incluyendo los sábados, logran reunir en un año.
Me pregunto por qué hay tanta diferencia en la forma de vivir. Porqué algunos viajan por el mundo en avión para conocer y disfrutar hermosos lugares, gastando fortunas en alojamiento, comida y diversión mientras otros con algo de suerte pueden acampar cerca de un río un fin de semana para descansar y alejarse de las responsabilidades diarias.
Algunas familias invierten dinero en costosísimas escuelas para educar a sus hijos mientras otros no tienen opción y los mandan a las escuelas públicas, que según el país en el que viven, son inseguras y el nivel académico es inferior a las otras. Luego pasa lo mismo con las Universidades.
Observo qué publica la gente en las redes sociales. Veo cantidades de fotos de lugares exóticos, personas que he conocido en la infancia, siendo de familia común, ahora vacacionando en lugares ostentos, exhibiendo sus cuerpos magníficos que denotan horas de gimnasio y cirugías estéticas y otras personas, que también conozco desde la infancia, mostrándose obesos, o por el contrario muy delgados y desgastados, con la dentadura incompleta, con cicatrices en el rostro, con ropa sencilla y tal vez veraneando en un lugar común. Y me entristece tanta diferencia. Me abruma cómo se ha distribuido el capital de manera tan despareja. Y esto solo con la gente que vive en ciudades, si tengo que mencionar a las miles de personas que viven en condiciones infrahumanas, personas que mueren de hambre, que viven dentro de los escombros de un pueblo arrasado por una guerra ajena a ellos este escrito se convertiría en un capítulo de un libro… 
Y luego está el tema de los adultos mayores, que como se deterioran y las familias no saben cómo cuidarlos, o molestan, delegan esa función a una institución. Ellos están tristes, se sienten abandonados. Se duermen en las mesas del comedor, lloran, esperan visita que a veces no llega y se alegran cada vez que entra alguien nuevo para conversar de otros tiempos, cuando ellos también pertenecían al sistema que los expulsó. No puedo olvidar a los niños que deben trabajar, perdiendo su infancia. Y todas las personas marginadas. 
Este panorama, que describo como “las diferencias”, muchas veces me da vueltas en mi cabeza. Me gustaría poder entrevistar a tanta gente para que me cuente sobre su vida diaria, sus prioridades, sus anhelos, su vergüenza, sus necesidades, sus momentos de superación personal, su presente, sus posibilidades, sus tristezas. 
Espero poder llegar al corazón de los lectores de este escrito que pretende mostrar todo lo que tenemos en común y tanto que nos diferencia porque algunos lograron con esfuerzo amasar una pequeña fortuna, otros la heredaron, otros la robaron y otros simplemente no llegan a cumplir sus necesidades básicas. 
Sería tan maravilloso que los que tienen más ayudaran a los que tienen menos. Y la ayuda a la que me refiero no es que repartan ni compartan su dinero, sino que ayuden a mejorar la sociedad, ocupándose de donar insumos a los hospitales públicos, sillas y mesas a las escuelas rurales, ladrillos, cemento y todo lo necesario para que gente que no tiene donde vivir pueda construir sus casas. Comida y donaciones para comedores comunitarios. Medicamentos para las víctimas de la miseria. Y tantas otras cosas que con algo de creatividad ayudaría a achicar las diferencias. Debo destacar que hay mucha gente que en el anonimato Trabaja como voluntario ayudando tanto a personas abandonas y a su vez son compensados con la esperanza de un mundo más equitativo. No ignora a otros que sufren depresión en sus mansiones sin saber que hacer de su tiempo libre. 
Gracias por leer esta nota.
Todos los comentarios son bien recibidos.
Klaudia Nellessen
5/11/2016