Un mensaje
para reflexionar
Jamás permitas que alguna vivencia te atormente al tal
punto que entres en desesperación, depresión o locura. Considera que cada
conflicto y cada crisis en tu vida es un desafío para que encuentres una
salida, igual que un laberinto. Todos los
laberintos tienen una entrada y un centro. El laberinto es eso: es un lugar
formado por calles y encrucijadas, intencionadamente complejo para confundir a
quien se adentre en él. Y a veces la vida parece compleja y nos confundimos.
Pero manteniendo la calma siempre logramos encontrar el centro y volver a
salir. El laberinto no debe ser necesariamente una experiencia desagradable,
por el contrario, puede y debería ser una experiencia placentera, el recorrido
de lo desconocido, sin temor, sin expectativas, con la mente serena y en calma.
En tiempos recientes el mito del laberinto se ha
ido transformado en la exploración de las nociones de las habilidades del hombre
para controlar su propio destino.
Pues te invito a ver tu destino como algo
fascinante por descubrir, sabiendo que con cada decisión que tomas lo estás
forjando a tu semejanza. Por ello nuestros pensamientos y nuestras acciones
deben ser coherentes, compasivas y por supuesto constructivas.
Cuando recorras tu vida como si fuese un laberinto,
recuerda que el hallazgo del centro representa el volver a nacer.
Tomate el tiempo para recorrer tu vida con
atención, soltando todo el peso excesivo que te impide avanzar. Has de tu vida
algo bueno y hermoso. Sólo tú puedes lograrlo, ya que eres el artífice de tu
propia historia.
Te propongo que te regales un momento para recorrer
mentalmente o con el dedo el laberinto que sigue a continuación, recórrelo como
mejor te parezca desde el centro hacia afuera o desde a fuera hacia el
centro... Y cuando alguna vez tengas oportunidad si aún no lo has hecho te
invito a recorrer un laberinto verdadero y experimentes esa sensación de saber
que en algún momento llegarás al punto que estás necesitando encontrar.
Comparto
una reflexión personal
Cuando atiendo a mis pacientes, los mayores se
preocupan por todo lo que ya no pueden hacer, porque tienen dolores en las
articulaciones, porque se olvidan cosas, porque se sienten más lentos y menos ágiles que años anteriores,
porque se sienten solos. Cuando atiendo a pacientes muy jóvenes, ellos
manifiestan sus preocupaciones por todo lo que aún no tienen, no saben, no
pueden... Los de mediana edad por todo lo que no hicieron y todo lo que aún
deben hacer, por la falta de tiempo...
Cómo puedes ver hay un factor común que se repite
en cada etapa de nuestra vida, incluso en los más pequeños: la sensación de que
nos falta algo, de que hay algo que no podemos hacer o que no hicimos o no
vamos a poder hacer.
En resumen, la gente se preocupa por el tiempo...
Y mi propuesta es que empecemos a darle menos
importancia a estos tres tiempos, el pasado-presente y futuro y que vivamos en
un nuevo concepto de tiempo: AHORA. Y que lo vivamos de tal manera para que
todo lo que acontezca en el ahora sea importante por el solo hecho de ser... de
estar siendo. Es un trabajo de compromiso personal dejar de recordar todo el
tiempo lo que ya fue y proyectar todo el tiempo lo que va a ser... Y finalmente
comenzar a vivir en el momento exacto en que está sucediendo lo que estamos
viviendo, y vivirlo con todos los sentidos para ser protagonistas, testigos y
actores absolutos de nuestro momento presente. Eso es: ser en el momento
presente, estar presentes en el presente.
Te pido que reflexionemos sobre esto y que lo
compartas generosamente con más gente para que accedamos a la posibilidad de un
cambio real y concreto en nuestra vida diaria. Cada momento ocurre y es en ese
momento en el que tenemos la gran oportunidad de modificar, cambiar lo que nos
está ocupando en forma inadecuado para transformarlo con nuestra decisión y
voluntad en lo que consideramos óptimo. Y para eso debemos dejar de quejarnos y
comenzar a accionar con conciencia, protagonismo y sabiduría. Si alguna de
nuestras acciones da como resultado algo que no nos sirve o perjudica a otros,
debemos modificar la forma y buscar una más adecuada. Los errores nos enseñan,
no existen para que nos quejemos. Existen para corregir y renovar con el
conocimiento adquirido.
Gracias.
Klaudia Nellessen
Ser no
violento
¿Somos violentos? Muchas personas que piensan que
siguen un camino espiritual considerarían que no lo son, y sin embargo,
cualquier clase de pensamiento negativo es, de hecho, una forma de violencia.
La ira, por ejemplo, a menudo empieza con pensamientos tales como “no me gusta
esto”.
Si no somos capaces de sentir amor hacia nosotros
mismos, nuestra familia o amigos, significa que hay algún tipo de violencia en
nuestro interior.
Tener la actitud interna de juzgarnos y
criticarnos, en lugar de hacer esfuerzos para nuestro progreso espiritual con
amor, paciencia y fe, también es una forma de violencia. Al igual que lo es
rechazar a los demás.
Menospreciar a alguien, hacer que alguien caiga,
ser indiferente hacia los demás, son también formas de violencia.
La verdad, por otro lado, siempre es no-violenta.
La verdad nos dice que puede ser que las personas
tengan defectos, pero nosotros somos los amos de nuestros ojos y así depende de
nosotros elegir cómo miramos lo que sea que venga enfrente.
La verdad es que cada vez que nuestra atención se
dirige a las debilidades o defectos, nuestros o de los demás, reprimimos
nuestro almacén de tesoros de grandeza. Esto también es violencia.
Hemos aprendido a tener miedo de reprimir nuestra
negatividad, pero reprimir nuestra grandeza conlleva una pérdida incluso mayor.
La verdad nos dice que permanezcamos sabios y
compasivos, incluso cuando confrontamos la ira. Nos dice: “Mantén tu dignidad
ya que eso permitirá que los demás recuperen la suya”.
Sanando vínculos
Cuando un vínculo necesita
acomodarse y sanar...
A veces, cuando algo es muy confuso, solo necesitamos
apartarnos un rato, estar a solas, para luego regresar y completar aquello que
dejamos inconcluso. Y así todo estará en equilibrio. En ese apartarnos podemos serenarnos, reflexionar y perdonar y
perdonarnos...
Y finalmente comprender, cosa muy diferente a
entender.
A veces los otros no son lo que hubiésemos deseado
que sean en nuestras vidas. Pero así y todo sigue perteneciendo a nuestras historias
y logramos acomodarlos en un lugar que nos da tranquilidad.